Andando por el centro de mi ciudad de regreso del taller de teatro, di un tropezón sobre una vereda mal terminada, por tal razón comenzó a dolerme la pierna derecha, me faltaban varias cuadras para llegar a la parada del colectivo que me acercara hasta mi casa. Tenía dinero para un remise pero podía llegar rengueando antes que gastarlo.
El dolor fué cada vez más intenso, mis pasos más lentos y de repente entre la gente que venía caminando apareció un señor alto buen mozo, no dejé de mirarlo, al pasar a mi lado me dijo ¡¡ Adiós mi amor !!... me levantó el ánimo para seguir caminando y olvidarme del dolor.
Saben porque no dejé de mirarlo, en ese momento pensé ...que falta me hacen sus muletas para caminar sin dolor.
Porqué están prohibidos los piropos, ha sido de un pobre señor que me dió un regalo más de amor a mi vida.
Dolly